jueves, 15 de marzo de 2012

BABAYADA 4.- La decisión

La herida estaba infectada y le dolía al estampar la firma sobre los documentos que liquidaban uno de sus talleres más importantes. — ¿Ha pensado bien lo que está haciendo, señor? Son muchos despidos, no será fácil— el abogado no parecía muy de acuerdo con la medida.

Un Inés le había mordido cuando, en un desesperado intento por retenerla después de la acalorada discusión, intentó acariciar su rostro. Nunca se le ocurrió pensar en la fuerza de aquellas mandíbulas que en otro tiempo mordisquearan su cuerpo con excitación y deseo. Pero eso ya no importaba. Ella conocería el resultado de llamar amor a lo que no era más que simple calentura. ¡Puta! Porque cuando él descubrió quién era el otro, le dijo sin tapujos que las consecuencias de aquella traición no las pagaría ella, sino los otros: los que tenían que afrontar el pago de la hipoteca, el colegio de los niños, la luz, el teléfono… los que no tenían, en definitiva, nada más que su trabajo en la empresa. Pero también le prometió que si se olvidaba de aquel tipo que solo destacaba por su verbo incendiario y su demagogia sindical, se desbloquearía como por encanto el plan de viabilidad y el cierre de la empresa quedaría descartado. — Está pensado. No hay más que hablar. Y en cuanto al representante de los trabajadores —acarició la mano vendada— haga correr el rumor de que se ha marchado bien pagado.

Belén Garrido Cuervo

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